Desafíos Postpandemia a la hora de aprender a leer y escribir

La lectura y escritura resultan ser estrategias complejas, incluso cuando las clases se imparten de manera presencial. Tras dos años de pandemia, ¿cuáles son las dificultades que se presentan en la enseñanza de la lectura y la escritura?

¿Hace cuánto tiempo que no escribes algún mensaje, carta o nota con pluma y papel? Es una realidad: la caligrafía está siendo sustituida por la tecnología. Este fenómeno contemporáneo cobra relevancia a partir de diversos estudios en neurociencias que indican que escribir utilizando sólo una pantalla o el teclado puede afectar el desarrollo del cerebro, sobre todo en niñas y niños que están aprendiendo a leer y escribir.

Antes de la pandemia, la mayoría de las familias y escuelas intentaban limitarles a los menores el uso de celulares y pantallas, pues se sabe que el movimiento corporal y las interacciones con otras personas y el mundo concreto impactan en los procesos básicos de los aprendizajes, tanto los de la escuela como los de la vida.

La pandemia nos trajo muchas lecciones y nos llevó a valorar distintos aspectos de la vida. La mayoría de las personas afirman que la pandemia les dejó un aprendizaje en cuanto a la importancia de disminuir el ritmo de vida y observar prioridades como la salud física, emocional, social, así como un énfasis en la calidad de nuestras relaciones significativas. Esto no se nos debe olvidar. 

Vivimos en un sistema donde la prisa, el estrés y los atajos prevalecen y no siempre son lo mejor para el bienestar. No es menos cierto tratándose del desarrollo psicomotor de nuestros niños en proceso de adquirir la lectoescritura. 

Como sociedad queremos fomentar que niños y adolescentes se interesen y se motiven por la investigación, los procesos, la observación de diferentes fenómenos, y sobre todo por profundizar, esforzarse… Ante los estímulos instantáneos y la velocidad de respuesta a nuestros deseos y necesidades, la corteza cerebral se ve modificada. Es cada vez más común ver a niños con muy poco control de impulsos a los que les cuesta mucho poner atención y no saben esperar.

Los niños, constructores de conocimiento, llegan a las aulas con dosis enormes de curiosidad y procesos creativos. A lo largo de la historia han tratado por sí mismos de encontrar respuestas a problemas muy difíciles y abstractos planteados en el esfuerzo por comprender el mundo que los rodea.

Durante el encierro de casi dos años, gracias a los avances tecnológicos pudimos seguir trabajando desde nuestras casas y los niños pudieron mantener cierto “contacto” con sus maestras y compañeros para continuar con su “aprendizaje escolar”. Sin embargo, la población de niños de segundo y tercero de jardín de niños, y que hoy empiezan la primaria, presentan dificultades importantes en la adquisición de la lectura y la escritura y del gusto por ellas, así como en la regulación emocional. Esto tiene que ver con que la pantalla nos brinda gratificaciones instantáneas que interfieren con el circuito de recompensa del cerebro y generan cierta adicción. 

En la última década, la investigación con imágenes cerebrales ha ayudado a los neurocientíficos a entender la manera como la adquisición de habilidades tales como la escritura a mano y tocar un instrumento musical puede cambiar la estructura del cerebro.                                                                                                                

Los procesos en la adquisición de lectura y escritura requieren de serie de fases de madurez para las que no podemos tomar atajos. Niñas y niños requieren moverse, subir, bajar, saltar, esconderse, construir, destruir, recortar, pegar; analizar formas, texturas, colores, tamaños; asociar sonidos con grafías; leer y escribir cuentos. Para todo esto hace falta motivación, atención, memoria, concentración, asociación fonética y fonología, percepción visual y espacial, coordinación motriz gruesa y fina, y sobre todo mucho tiempo y paciencia para acompañar cada proceso y construir cimientos más sólidos y profundos que favorezcan los procesos que se han saltado durante la pandemia y han implicado modificaciones en su corteza cerebral.   

Acompañar a las infancias en sus procesos de aprendizaje es una responsabilidad de madres y padres y de quienes acompañan su educación. Es clave destinar un mayor tiempo de observación y escucha para brindar acompañamiento y así cubrir las lagunas que enfrentan estas nuevas generaciones.                                 

CLAVES PARA EL DESARROLLO

Al conocer los procesos que implica la lectoescritura, estaremos en mejores condiciones de comprender los trastornos que se producen en el curso de su adquisición y prevenir su aparición, así como favorecer el placer de leer y escribir. Para ello debemos disminuir el ritmo y fomentar la capacidad de asombro y la creatividad.

Jugar, jugar y jugar.

Pintar y dibujar, amasar, construir, bailar, cantar, garabatear. 

Hacer esculturas con plastilina, barro o slime.

Ejercitar brazos y dedos: abrochar agujetas, realizar construcciones con reciclado, establecer relaciones entre palabras.

Reducir el contacto con las pantallas.

Incrementar el contacto con la naturaleza. 

Favorecer el ejercicio.

Observar los intereses de los menores, a fin de aprovechar esa motivación y obtener mejores resultados en los procesos.

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