A empatizar se aprende en la escuela

Últimamente la empatía parece estar por todos lados: en las pantallas de los celulares, en frases instagrameables, en consultorios de terapia y en todo tipo de conversaciones, pero ¿sabemos qué es realmente? Lo más importante: ¿la practicamos cada día? Para conocer más al respecto platicamos con Silke Lubzik, presidenta de Cambiando Modelos, A. C., quien […]

Últimamente la empatía parece estar por todos lados: en las pantallas de los celulares, en frases instagrameables, en consultorios de terapia y en todo tipo de conversaciones, pero ¿sabemos qué es realmente? Lo más importante: ¿la practicamos cada día? Para conocer más al respecto platicamos con Silke Lubzik, presidenta de Cambiando Modelos, A. C., quien define la inclusión como la capacidad de aceptar que todas, todos y todes somos diferentes y gracias a eso podemos aportar nuestro propio valor a la sociedad.

La empatía –comenta– consiste en la capacidad de experimentar lo que otras personas sienten, o bien, “ponerse en sus zapatos para entender mejor sus motivaciones”. Silke revela que ambos elementos están relacionados y son clave para que haya una mayor diversidad en los colegios y en nuestras vidas. “Ambos valores pueden aprenderse y fomentarse al interior de los centros escolares sin necesidad de que sean una asignatura escolar”, agrega. Desde su activismo por una sociedad más igualitaria, siempre les recuerda a quienes crean y organizan los centros educativos que “la inclusión es importante, tanto para una organización como para las personas que la conforman, así como establecer una serie de políticas sostenidas en lo cotidiano para construir un mundo donde quepamos todos”.

Predicar con el ejemplo

Silke declara que en las escuelas las políticas inclusivas deben estar presentes en las diferentes áreas de la estructura escolar, en las reglas del profesorado y del alumnado así como en padres y madres de familia: “Si es algo que pretendemos incentivar, tiene que estar presente en nuestro modelo de organización”, subraya. Añade que la inclusión y la empatía se aprenden con el ejemplo: “Lo que tú predicas como persona, cómo tratas a los demás, es lo más importante y empieza desde casa con tu familia y con tu comunidad; así el mensaje se potencia en cada cosa que tocas”.

Aunque nota un cambio en el plano educativo, Silke señala que contadas instituciones han entendido que la inclusión, además de fomentar la empatía, es un beneficio para toda la comunidad, no un “favorcito” para unos pocos, pues como señala, tener diversidad en una organización escolar o laboral brindará diferentes puntos de vista, diferentes opiniones, y eso enriquecerá a la comunidad.

Valor real

Contrario a lo que se piensa, la empatía es un valor práctico, un ambiente armónico donde intentamos entendernos y respetarnos. Por ello, Silke invita a que seamos más abiertos: “No es algo cursi ni soñador; la empatía se aprende a través de su práctica y de cómo enriquece la vida en todos los ámbitos”.

El panorama laboral se ha transformado desde la última vez que nos sentamos en un pupitre. Según Silke, ahora lo que supone una diferencia son las habilidades interpersonales (o soft skills, en la jerga de los recursos humanos): la capacidad de adaptación, el trabajo en equipo y resolver problemas. “Eso no se aprende en un manual: es algo que ofrece la diversidad, dándole herramientas a toda la comunidad escolar. Hay que aplicarlo, vivirlo, y eso se logra en un ambiente de inclusión, donde la empatía ayuda a potenciar el diálogo, la resiliencia y el trabajo en equipo”, concluye.

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